desde: la tercera.com
María José cumple 39 años en agosto. Cuando eso ocurra, el plazo que ella misma se impuso para formar una familia se acortará a un año. Sólo 12 meses para encontrar a su hombre ideal y planificar un futuro con él. Es lo que estuvo a punto de hacer con su último pololo. Más de un año de relación y las ganas de ser madre la encaminaban a ese desenlace. Pero el final no pintó así. "Terminé con él... y terminé mal", cuenta.
Ella es ingeniera comercial de retail. Le va bastante bien. Es atractiva. Un buen partido, dirían algunos. Vive sola, hace deporte, va mucho a la nieve y tiene un grupo de amigas del estilo Sex & the city. ¿Una pareja? "Me gustaría", dice. "¿Si dejé de lado las relaciones de pareja por privilegiar mi profesión? Sí. Como que no me di cuenta. Pero no por eso voy a estar con cualquier gallo, me da lata. Me puedo mantener bien y hago mi vida", cuenta. Y su vida va bien. Salvo porque el bichito de ser madre le pica cada vez más fuerte.
Si ese hombre ideal no llega, el objetivo de ser mamá lo puede cumplir igual. Tiene una cuenta de ahorro: en 2007 decidió congelar sus óvulos en la Clínica IVI Santiago. "Quiero ser mamá", refuerza María José. "No sé quién va a ser el padre, pero si mis óvulos envejecen y se me pasa el tren, al menos tengo una reserva". Cada vez son más las mujeres que toman la misma decisión que María José: guardan sus óvulos aún jóvenes en frío para facilitar el proceso de embarazo y asegurarse de que su hijo nacerá sano, pese al avance de su reloj biológico. En Chile, hay tres centros médicos que concentran la atención de las mujeres que acuden a esta técnica para postergar la maternidad: Clínica IVI Santiago, Clínica Las Nieves y el Instituto de Investigaciones Materno Infantil (IDIMI), ubicado en el Hospital Clínico San Borja Arriarán. En estos tres centros, el crecimiento de las mujeres que se han sometido a la vitrificación ha sido exponencial: cuatro casos en 2007, 39 en 2008 y 59 en 2009. Ciento dos casos de un total de 217 ciclos de vitrificación.
El método de congelación instantánea de óvulos o vitrificación en cryotop -dispositivo que permite alcanzar altas velocidades de congelación- es un método que llegó a Chile en 2007. Creado por el equipo del japonés Masashige Kuwayama, de la Clínica de Mujeres Kato, en Tokio, la técnica dejó atrás la congelación lenta de óvulos, un procedimiento de escaso éxito porque tardaba más de dos horas y terminaba con las estructuras celulares rodeadas de cristales de hielo como cuchillas que podían provocarles daño. "Los óvulos son una estructura muy sensible y al congelarlos en forma lenta, aunque podían quedar vivos, no se fecundaban bien y era muy difícil obtener embriones", explica Ricardo Pommer, ginecobstetra y especialista en medicina reproductiva de Clínica Las Nieves. Con el cryotop, los óvulos pasaron desde los 16°C a los -196°C a una velocidad de 23 mil grados por minuto. O sea, requieren una fracción de segundos. Así, la tasa de supervivencia de los óvulos pasó de 50% a 98%.
La Clínica Las Nieves e IVI Santiago fueron las pioneras con esta técnica en Chile. Era febrero de 2007 y en la oficina de Ricardo Pommer, atiborrada de esculturas de figuras femeninas que hacen alusión a la maternidad, el especialista pensaba que los primeros interesados en utilizarla serían las parejas que recurrían a fertilización asistida y que sentían resquemor por congelar embriones. No fue así: sólo fueron el 7% de los interesados en la nueva técnica. "Las parejas prefieren congelar embriones porque así tienen mayores posibilidades de embarazo", explica el miembro de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (Sochog).
Luego, en la lista de posibles interesados seguían las pacientes oncológicas sometidas a radioterapia y quimioterapia, tratamientos que matan las células -los ovocitos son células que no se regeneran-. Pero ellas aún no toman esta opción en forma masiva: son menos del 5%. Sin embargo, hay centros donde sólo se dedican a estas pacientes, como el Hospital Clínico de la U. Católica, donde se realiza criopreservación del tejido ovárico a menores que tienen cáncer con el objetivo de resguardar la fertilidad. "Aún falta un trabajo de educación de los oncólogos para dar a conocer esta opción", apunta el doctor Carlos Troncoso, director de IVI.
Sólo después de estos dos grupos, los especialistas fijaron su atención en las mujeres que querían detener el reloj biológico. "Reparamos muy poco en ellas. Mira lo perdido que estábamos", advierte Pommer. Perdidos, porque hoy son el grupo más interesado. El que más consulta. "Esto es respuesta a un fenómeno social. Cuando empezamos sabíamos que existía este grupo de mujeres, pero no pensamos que iba a tener este comportamiento ni que hoy serían las que más consultan por vitrificación", complementa el doctor Carlos Troncoso.
Hay cómo entender ese fenómeno. El retraso de la maternidad ha provocado que en Chile, desde 1990 hasta la fecha, los nacimientos en mujeres entre 20 y 30 años hayan bajado 34% y desde 1980 hasta hoy, el número de hijos que nacen de mujeres sobre 35 años se empinó en un 75%. Más: las madres primerizas mayores de 40 años aumentaron en más de 100% entre los años 1990 y 2007. ¿La razón? La mujer no es la de antes: quiere estudiar, tener una profesión, realizarse en su trabajo y luego de eso concretar la maternidad. Ojalá con un hombre al lado.
Single woman
A las mujeres que llegan a su consulta y se someten a esta técnica, Pommer las llama la "single woman". "Son mujeres solas, tal vez acarrean malas historias afectivas, son independientes, tienen estudios y una buena profesión", define. Con el paso de los años, sus óvulos envejecen, pero su cuerpo está intacto para ser mamás. Se cuidan, se ejercitan, comen sano y no son obesas. Se preparan para vivir intensamente su embarazo. Y el 90% tiene algo importante en común: vivió en el extranjero. "Eso les abre la mente. Entienden que este tema es una decisión personal y evitan someterse al escrutinio público", dice Pommer. Es lo que le pasó a María José. Sólo lo habló con sus padres y luego de un tiempo le contó a su hermano. ""Es algo tan íntimo. Y no quería sentirme apuntada", dice.
También son mujeres informadas. Ellas saben que a mayor edad, su sistema es menos eficiente para embarazarse, para mantener una guagua en su útero y para que el resultado sea el óptimo: tener un bebé sano en casa. Vamos por parte: una mujer después de los 40 años tiene una posibilidad de embarazarse espontáneamente menor a un 5% por la cantidad y calidad de sus óvulos. Luego, si se embarazó, la posibilidad de aborto espontáneo es superior al 50%. El otro riesgo es el resultado: la probabilidad de tener un hijo con alteraciones genéticas -por ejemplo, síndrome de Down- es de es 1 en 1.500 a los 20 años, 1 en 356 a los 35 y 1 en 100 a los 40 años.
En la vereda del frente, una mujer que guarda sus óvulos a los 30 años suma ventajas. La probabilidad de embarazarse es más alta, porque la curva de fertilidad cae a los 35 años, siendo más notorio a los 37. La posibilidad de aborto espontáneo es cercana al 15%, un escenario bastante más positivo.
El mapa de mujeres que se han sometido a la vitrificación muestra que cuatro mujeres en Chile ya descongelaron sus óvulos y están embarazadas, según cuenta Pommer. Marcela es una de ellas. Trabaja en el ámbito médico y por eso conocía esta técnica. Un examen de sangre le advirtió que, al igual que las mujeres mayores de su familia, tendría menopausia precoz -esto es, antes de los 40 años- y por eso decidió congelar sus óvulos. Poco tiempo después conoció a su actual pareja. Con él, va todo muy bien. De hecho, intentó embarazarse de manera natural, pero no lo consiguió. Entonces, la pareja optó por descongelar los óvulos y buscar su primer hijo. Ahora pasan unos días de vacaciones en las playas de Brasil. Marcela muestra hoy un embarazo de cuatro meses.
"Todavía no hay mucha conciencia de que esta es una opción. Uno tiene que educar a la población de que el envejecimiento de la mujer lleva también al envejecimiento del huevo y ellas deberían informarse", comenta David Vantman, jefe de la Unidad Reproductiva del Hospital Clínico de la U. de Chile. Ni en ese recinto ni en el Centro Médico Biomer, el otro lugar donde Vantman trabaja, usan la vitrificación apuntando a retrasar la maternidad. Pero ya lo están analizando. "Es una opción para más adelante. Las chiquillas espontáneamente consultan por el tema, pero aún no es una preocupación instalada porque muchas creen que se van a embarazar cuando ellas quieran. Y eso no es así", afirma el especialista.
María José lo tiene claro, pero su situación es diferente. Ella puede estar tranquila: "tengo segura mi cuenta de ahorro", concluye.
Soy Carla Higueras, periodista, trabajo para una serie que se llama Cómo nacen los chilenos. La idea es poder mostrar en 12 historias distintas formas de parir. Dentro de ellas hay madres que no pueden tener hijos y adoptan, madres que viven en una isla en Chiloé y tienen que dejar sus islas para parir lejos de sus familias y dentro de los temas está el parto de una mujer que se embaraza por primera vez después de los 40 años, ¿conocerán alguna linda historia? puede ser una chica que esté sola o acompañada, espero que puedan ayudarme, acá les dejo mi celular
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