domingo, 7 de marzo de 2010

Boletín Chile Crece Contigo (EMERGENCIA 2)

boletin informativo

Recomendaciones de alimentación para niños(as) menores de un año en situación de emergencia

En situaciones de emergencia pueden presentarse problemas en la alimentación de niños(as) con lactancia materna. Debido al estrés vivido, las madres pueden disminuir su producción de leche o suspender la lactancia involuntariamente.

Siempre es preferible continuar con la lactancia materna, por ello intente que el niño(a) siga mamando en forma frecuente, así estimulará la bajada de la leche.

Si la leche es insuficiente o existe otra causa por la cual se suspenda la lactancia (enfermedad, separación, accidente o fallecimiento de la madre) es necesario que se alimenten con fórmulas (relleno):

  • La prioridad son las fórmulas de inicio (“leches maternizadas”), de venta en farmacias y eventualmente en algunos supermercados.
  • El volumen a utilizar depende de la edad y peso del niño(a). Su preparación depende del producto y siempre está indicada en la etiqueta del envase.
  • Estas fórmulas requieren diluirse en agua, la que debe siempre hervir.

Si no cuenta con fórmulas de inicio, puede utilizar leche entera (por ejemplo, Purita Fortificada).

Para preparar 100 ml. de leche utilice las siguientes medidas:

Para niños(as) de 0 a 3 meses:

  • 100 ml. de agua hervida (media taza o 1/3 de tazón)
  • 5 grs. de leche (3 cucharaditas rasas de té)
  • Azúcar (1/2 cucharadita de té)
  • 5 gotas de aceite (o 1/2 cucharadita de té)

Para niños(as) de 4 meses a 1 año:

  • 100 ml. de agua hervida (media taza o 1/3 de tazón)
  • 5 grs. de leche (3 cucharaditas rasas de té)
  • Azúcar (1/2 cucharadita de té)
  • Cereal (1 medida o 2 cucharaditas de té) o 5 gotas de aceite ( ½ cucharadita de té)

La cantidad (volumen) a preparar depende del peso de cada niño(a).


Recomendaciones para enfrentar el tema de la muerte de un ser querido o una pérdida importante con un niño o niña

El país se ha visto impactado por la pérdida de vidas y pertenencias debido al terremoto. El soporte emocional que padres, madres, profesionales o cuidadores puedan ofrecer a los niños(as) para ayudar a enfrentar la pérdida y facilitar el proceso de recuperación es muy importante.

Es vital comprender que una pérdida no es sólo de un pariente cercano, sino que muchos niños(as) han perdido sus casas, sus escuelas, el barrio donde vivían, incluso sus juguetes y sus mascotas. Todos estos eventos conllevan un duelo que debe ser apoyado. Aquí algunas sugerencias para los adultos:

La conversación con los niños(as) acerca de una pérdida o la muerte debe considerar su nivel de desarrollo, edad, respetar su cultura y respetar su manera particular de entender la situación.

Los niños(as) están atentos a las reacciones emocionales de otros adultos, a cómo ellos actúan y manejan la situación, imitándolos.

Al momento de hablar con un niño(a):

  • Tenga en cuenta que las guaguas también sienten la pérdida y lo que los adultos puedan transmitirles de sus propias emociones. Por ello, ponga especial atención en brindar un apoyo seguro.

    Antes de los 5 años los niños y niñas no tienen claridad de que la muerte es irreversible y que todos debemos morir en algún momento, por esto los niños(as) muchas veces piensan que la persona fallecida sigue viva, y que va a volver en algún momento.

    Mantenga la calma y la tranquilidad.
  • Háblele de manera sencilla y sin rodeos, pero con un lenguaje que pueda entender.
  • No lo presione, permita que el niño(a) le guíe en sus necesidades de información y clarificación.
  • Responda a las preguntas que realice y al ritmo que el o ella establezca. No lo agobie con explicaciones complejas.
  • Dígale que es normal que sienta tristeza, pena, o que extrañe y desee ver al ser querido que ha muerto.
  • No obligue a un niño(a) asustado a ir a un velorio, funeral o ver al ser querido fallecido.
  • Facilite un vínculo espiritual en el tiempo, honrando a la persona de alguna manera, evocando su recuerdo o rezando, si es que son creyentes.
  • Facilite la expresión de las emociones, dándole a entender que si lo desea puede recordar en todo momento al ser querido. Puede ser útil el escribir una carta o el hacer un dibujo para la persona querida que ha fallecido.

Los niños(as) pueden reaccionar de maneras muy diferentes ante la pérdida de un ser querido:

  • En la medida en que un adulto acompañe al niño(a), ya sea respondiendo las preguntas que pueda tener sobre la muerte así como conteniéndolo, podrá incorporar la experiencia de la muerte como un elemento que es parte de la vida, y no como un terror sin nombre que pudiera desorganizarlo.

    Pueden sentir angustia, que se refleja en el miedo a perder a otros seres queridos y en la necesidad de estar cerca de sus padres o cuidadores.
  • Pueden sentir culpa, al pensar que están involucrados en la muerte del ser querido, o que algo que ellos hicieron (portarse mal, malas notas en el colegio, pataletas, etc.) pudiera haber provocado su partida.
  • También pueden negar la muerte y actuar como si no hubiera sucedido.
  • Pueden sentir mucha rabia, mostrarse irritables, expresar su dolor a través de rabietas o conductas agresivas.
  • Pueden sobreadaptarse a la situación, tratando de ser quienes consuelan a los demás por la pérdida, sin tener el espacio para ellos mismos, vivirla y elaborarla.

Considere que:

  • Los niños(as) pequeños necesitan hablar poco, en corto tiempo, pero más frecuentemente de lo que ha sucedido. Repiten una y otra vez lo que les preocupa. Es bueno validar lo que los niños(as) piensan y sienten. Hágales saber que sus preguntas o comentarios son importantes.
  • Ayúdelos(as) a expresarse. Hay niños(as) que no querrán hablar de lo sucedido, pero pueden optar por comunicarse a través de dibujos o juegos. Los puede ayudar invitándolos a dibujar o a hacer un relato de lo que vivieron.

Recuerde que es normal que un niño o niña sufra algunas alteraciones tras un evento de esta naturaleza, tales como:

  • Dolor de estómago
  • Pesadillas y dificultad para dormir
  • Sobresalto frente a los ruidos
  • Conductas como volver a orinarse o hablar infantil
  • Alteraciones de la concentración
  • Sentimientos de culpa
  • Llanto sin motivo
  • Recuerdos frecuentes del evento
  • Pasividad y miedos (por ejemplo, miedo de separación)
  • Enojo y/o irritabilidad

Estas expresiones debieran ir disminuyendo con el pasar de las semanas. Si usted nota que un niño(a) mantiene o agrava este comportamiento, o puede atentar directamente contra su salud (como autoagredirse, dejar de comer o dormir por varios días), es importante solicitar ayuda a algún especialista de la red de salud.

Para más recomendaciones puede usted llamar en forma gratuita, desde cualquier parte del país, al FONOINFANCIA al 800-200-818, donde un grupo de psicólogos podrá orientarlo mejor.

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